jueves, 31 de mayo de 2012

atencion y percepcion en la vejez

Hay que reconocer la importancia de la ejercitación de la atención y la percepción en el ambiente cotidiano del adulto mayor, ya que ambas funciones corticales superiores tienen una íntima relación con la capacidad psicológica de la memoria, además de considerarse que la afectación de dichas funciones puede provocar pérdida de validismo, dependencia y discapacidad, una vez que se ha iniciado el deterioro cognitivo.
La sociedad necesita adultos mayores sanos, los profesionales de la Atención Primaria de Salud tenemos la responsabilidad social de desarrollar acciones de prevención y rehabilitación del deterioro mental en el adulto mayor, porque su salud y calidad de vida están muy relacionadas con un adecuado funcionamiento cognitivo.

En la clasificación de atención podemos distinguir 4 componentes: alerta, atención selectiva, atención sostenida y atención dividida.

 Alerta: es la capacidad de vigilancia que tiene el organismo para poder adaptarse y sobrevivir en un ambiente cambiante.

 Atención selectiva: es la capacidad que nos permite seleccionar voluntariamente e integrar estímulos específicos o imágenes mentales concretas. Es el componente que nos permite categorizar las cosas y realizar un adecuado tratamiento de la información.

Atención sostenida: es la capacidad de concentración que nos permite mantener el foco de la atención, resistiendo el incremento de fatiga a pesar del esfuerzo y de las condiciones de interferencia y distractibilidad. Es un mecanismo complejo que implica la interacción de aspectos motivacionales más que cognitivos.

 Atención dividida: es la capacidad que nos permite alternar entre 2 o más focos de atención. Puede ser entre 2 estímulos diferentes, o entre un estímulo y una imagen mental.
En los adultos mayores la atención, sobre todo si debe ser mantenida voluntariamente, disminuye.
El comportamiento de la atención sufre cambios con la edad que se manifiestan en un declive en la tasa de exactitud en la detección de señales, que podría interpretarse como una disminución progresiva en el grado de vigilancia, manifestada en tareas que requieran atención mantenida.

sábado, 19 de mayo de 2012

UNA NUEVA CULTURA DEL ENVEJECIMIENTO

Hasta finales del siglo XX hemos considerado el envejecimiento como un fenómeno social negativo. se ha orientado la intervención más hacia el envejecimiento patológico que hacia el normal. Predominaban los aspectos clínicos que hacían referencia a enfermedades, deterioros, pérdidas, sufrimientos.
La imagen social se asociana a pasividad, demanda de recursos, marginación.

En lo personal los medios de comunicación resaltaban bolsas de pobreza, soledad, aislamiento y dependencia.

Este modelo que todavía predomina en nuestra sociedad convive con un modelo emergente que se fundamenta en un nuevo enfoque gerontológico que está incorporando aspectos más positivos de la vejez.
Este modelo de envejecimiento, que incorpora aspectos positivos, cuestiona esteriotipos que la tradición popular arrastra en las definiciones de la vejez y va ir consolidando una nueva cultura de envejecimiento satisfactorio.

Un aspecto que engloba la construcción de esta nueva cultura de envejecimiento se refiere a entender que envejecer es un proceso individual y por ende normal de toda persona, pero envejecer bien, es un proceso social, porque somos seres en relación.

El entorno en el que vivimos y por lo tanto envejecemos es determinante para la realización de proyectos personales y para consolidar relaciones estables. La sociedad y quienes nos rodean constituyen el contexto en que tiene sentido nuestra vejez.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Sistema de atencion de salud

La Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento del año 2002, celebrada en Madrid, convocó a 142 países miembros de las Naciones Unidas a objeto de evaluar el estado de avance de las recomendaciones del Plan de Acción de Envejecimiento de la Primera Asamblea celebrada en Viena en 1982 y aprobar una declaración política de los gobiernos y un plan de acción internacional que mejoraría las condiciones de vida de la población adulta mayor.

 En general, las políticas internacionales van orientadas a un cambio en la concepción de la vejez, considerando a ésta como una etapa de vida activa, en la que se puede lograr el máximo de autonomía individual y la posibilidad de la autorrealización .
 Así, la planificación y distribución de los servicios para los ancianos debe dar respuesta a sus necesidades específicas, e idealmente el sistema de servicios debe incluir "servicios para el anciano relativamente sano e independiente, servicios para aquellos que experimentan limitaciones y requieren apoyos, servicios para aquellos cuyas necesidades requieren cuidado institucionalizado"
stituciones de larga estancia”.

Desde una perspectiva funcional, un adulto mayor sano es aquel capaz de enfrentar el proceso de cambio a un nivel adecuado de adaptabilidad funcional y satisfacción personal . De esta forma, el concepto de funcionalidad es clave dentro de la definición de salud para el anciano, por ello la OMS  propone como el indicador más representativo para este grupo etáreo el estado de independencia funcional.

La funcionalidad o independencia funcional es la capacidad de cumplir acciones requeridas en el diario vivir, para mantener el cuerpo y subsistir independientemente, cuando el cuerpo y la mente son capaces de llevar a acabo las actividades de la vida cotidiana se dice que la funcionalidad está indemne.